¿A puro reducir costos?

La obligación de reducir costos de todas nuestras operaciones es un imperativo de supervivencia. No hay duda que las empresas no pueden seguir operando si mantienen costos similares al trimestre anterior, por lo tanto es necesario operar con una mano y reducir los costos con la otra. Sin embargo, a veces se reducen los costos con las dos patas.
En realidad, cuando hablamos de la necesidad de reducir costos, estamos hablando de todo un portafolio de diferentes tipos de cambios, acciones y proyectos. Vale la pena analizar todas las veredas posibles para reducir los costos, porque si tan sólo agarramos el machete y reducimos costos de materiales, reducciones de inventarios y costos de mano de obra, a diestra y siniestra, es posible que nos llevemos de encuentro algunos atributos de nuestro producto.
Por poner un ejemplo, hay farmacias que por mantener bajos los inventarios de medicamentos, llegan a tener faltantes, que ocasionan una molestia y desconfianza en el cliente, dicho ahorro resulta improductivo. En las fábricas se reduce el inventario de refacciones a niveles peligrosos ocasionando paros más largos, por no existir la pieza de reemplazo. A veces, la mano de obra y el pago a ingenieros de operación es tan bajo que se mantienen en ese punto en que no se van porque no han encontrado otro trabajo, pero están tan desanimados que tan sólo ponen el mínimo esmero en lo que hacen y no ponen el empujón extra tan necesario.
En especial me preocupa cuando a un producto se le reduce el material, sin tomar en cuenta “las ecuaciones internas” que hablan de las funciones que debe cumplir el material. Si le reduces el material a una silla donde jugabas dominó, pueda ser que la silla siga funcionando en aparencia si te sientas y la pruebas, pensarás que la silla funciona bien todavía, pero de repente, alguien sentado en esa silla, se le ocurre ahorcar una carreta de seises y se inclina para atrás en burla y celebración. De pronto, la silla se raja y el jugador cae al suelo asustado y con la columna lastimada como Vicente Fox.
El ejemplo de la silla es muy simple, pues los cálculos serían geométricos y con vectores lineales y mecánicos, pero cuando estás hablando de elementos físicos y químicos que cumplen funciones térmicas, electromagnéticos, o de fluidos extraños, entonces determinar los cálculos que entran en la difícil relación “elemento material—función” se complican sabrosamente. Si nosotros como buenos ingenieros mexicanos agarramos el machete y le mochamos al material para reducir costos, es probable que ni siquera nos imaginamos que detrás de ese material hay una función compleja que está gobernada por una serie de ecuaciones. Como buenos mexicanos le mochamos poquito al material para presumir allá arriba que hemos podido reducir algo los costos, a sabiendas que ni siquiera sabemos si hicimos daño o si todavía nos falta más material por reducir.
Por eso, copiar a competidores extranjeros o trabajar exclusivamente con la ayuda de proveedores, es muy malo, porque nos impide observar y calcular el porqué se usa ese determinado espesor de material. Pocos ingenieros saben calcular los productos y los materiales que están produciendo. Esto es vergonzoso, digno de maquiladores inocentes. Muchos ingenieros entonces reducen el material de su productos, reducen el ciclo del horno, reducen el tiempo de mezclado, cambian la granulometría, adelgazan el aislamiento o le quitan tornillos, en fin, cometen una especie de pillaje y piensan que están haciendo un gran esfuerzo en reducir costos.
En realidad están cometiendo una irresponsabilidad, porque no responden con sus cálculos a las razones para reducir el material o los elementos del proceso. La reducción de costos es una guía, un hilo conductor, de acuerdo, pero la guía más importante es no sacrificar la función y si es posible, tratar de mejorar la función reduciendo los costos. Pero no puedes mejorar la función de tu producto, ni reducir los costos al mismo tiempo, si no tienes claro cómo calcular cada elemento de lo que haces.
De nada te sirve tener computadora, si los cálculos más importantes que rigen el interior de tu producto o servicio, se quedan afuera de tu capacidad.

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